Durante los meses
finales del 2013, me aventuré a explorar el místico mundo
del teatro (en
mi opinión), gracias a la recomendación de un taller por parte de una amiga de
la infancia, quien admito no frecuento mucho, pero extrañamente cuando conversamos
lo hacemos con total naturalidad.
Entonces estaba
frente a la oportunidad de iniciar un taller de teatro, en un momento en el que
realmente no le veía mucha satisfacción personal a mi actividad profesional,
tenía la sensación de urgencia por explorar cosas nuevas, nuevos desafíos,
cosas que "muevan el tapete".
Debo aclarar que mi
actividad laboral me encanta, siempre me dio la oportunidad de aprender cosas nuevas,
explorar, investigar, y en los últimos años si que pude disfrutar del
beneficio económico que me generó, me ha dado la oportunidad de viajar, de
darme lujos (la mayoría más que innecesarios), de vivir la vida a mi propio
ritmo, sin ataduras de horarios, de frecuentar reuniones con distinguidas e
influyentes personas. Aclaro que no siempre fue así, como muchos jóvenes
profesionales también pasé por esa etapa de anteponer mi trabajo a mi vida,
lamentablemente… (Retomando,
en lo que parecería la vida laboral perfecta...) A
pesar de todo, sentía que ya no estaba aprendiendo lo suficiente y que todo se
estaba volviendo un patrón, algo preestablecido… y ahí es donde aparece el
taller de teatro.
Algunas de las
personas a las que les comenté mi incursión, se han sorprendido, por alguna
razón creo consideran no soy del tipo de persona con una personalidad para
hacer teatro. En realidad yo tampoco estaba muy seguro, tenía dudas de iniciar
el taller, soy del tipo reservado aunque emocional con un selecto grupo de
personas. Pero me aventuré. Luego de la primera clase sentí que había hecho lo
correcto, en lo que defino como una liberación mental de las finas pero sólidas
cadenas que puede llegar a imponerte la sociedad con sus estereotipos del
profesional exitoso.
En efecto, creo que
los ejecutivos necesitan de espacios en sus vidas para recuperar o cultivar su
creatividad, el ingenio, la rapidez mental, desafiarse fuera de los patrones,
fuera de las fórmulas, de los manuales, de lo que ya está escrito.
La breve experiencia
que he tenido con el teatro, me ha dejado impactado, es un mundo sin barreras, que permite
detenerte, escuchar y mirar al alrededor, es desafiante, lleno de sensaciones, un
mundo que despierta y de repente esta en movimiento, aun no logro definirlo en
conciso, creo no es posible fuera de la técnica.
He aprendido muchas
cosas que me servirán incluso en mi profesión. Confieso, se me ha generado
cierta adicción a esa sensación de liberación mental que me generaban las
clases del taller y el ser espectador.
En los próximos días
tendré que presentar un trabajo práctico como finalización del taller, me ha emocionado porque me ha dado
espacio para crear, escribir, imaginar, para despertar aunque aun lentamente el
gigante de creatividad que lidie en mis días en el secundario. Confieso que no
soy para nada una revelación actoral, pero disfruto esa sensación que da el
crear, el reinventarse. Sin duda quiero seguir explorando este genial mundo.
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